domingo, 27 de septiembre de 2015

¿QUÉ ES LA VIOLENCIA? REALIDADES Y MITOS

Cristian Díaz Sandoval


La violencia es un concepto bastante amplio, considerado incluso como multifacético, que conlleva a diversas definiciones que en diversos momentos resulta difícil hacer coincidir.

Lo que para unos puede ser violencia, para otros no lo es. La percepción de la violencia es la base de su poder de nominación. 

Es necesario hacer una distinción entre violencia y agresión. La agresión es una pulsión, y no meramente un instinto. En otras especies animales, la agresividad es instintiva, pero esta agresividad se hace presente solo cuando se siente amenazado o cuando es necesario que se lleven una serie de prácticas para su auto-conservación, a diferencia del ser humano, en el cual no hay instinto agresivo, donde más bien hay una pulsión. 

La violencia es fundamentalmente un fenómeno social, una práctica donde un sujeto actúa sobre otro tratando de expresar un ejercicio de poder. La característica especial de la violencia es que implica un atentado contra la integridad de otro al atribuirle la calidad de objeto. De esto se desprende que la violencia no es natural, es una construcción social, no es inherente al ser humano, distinguiéndola de la agresión al ser un abuso de poder y se propone el causar daño de manera intencional atentando contra la dignidad humana.


Violencia
Agresión
No es natural
Se puede manifestar en una conducta de defensa o escape
Es intencional
Es una conducta de sobrevivencia
Es dirigida
No es intencional
Va en aumento
Puede o no causar daño
Se abusa del poder
No se motiva por la búsqueda de sometimiento

En el tema de la violencia y el ser humano, han surgido diversas afirmaciones donde la ciencia nos muestra que son falsas, son mitos prácticamente. El manifiesto de Sevilla sobre la violencia, el cual prepara el terreno para la construcción de la paz, nos señala 5 importantes mitos [son más, pero se señalan los más importantes] que existen en torno a la violencia, específicamente en su más grande expresión: la guerra[1]:


  1. Es científicamente incorrecto decir que hemos heredado de nuestros antepasados animales una propensión a hacer la guerra. Aunque el combate sea un fenómeno muy expandido en las especies animales en las especies vivas sólo se conocen algunos casos de luchas destructoras intra-especies entre grupos organizados. Y en ningún caso implican el recurso a utensilios usados como armas. El comportamiento predador que se ejerce con respecto a otras especies, comportamiento normal, no puede ser considerado como equivalente a la violencia intra-especies. La guerra es un fenómeno específicamente humano que no se encuentra en los demás animales. El hecho de que la guerra haya cambiado de manera tan radical a lo largo de los tiempos prueba claramente que se trata de un producto de la cultura. La filiación biológica de la guerra se establece, principalmente, a través del lenguaje que hace posibles la coordinación entre los grupos, la transmisión de la tecnología y el uso de utensilios. Desde un punto de vista biológico, la guerra es posible pero no tiene carácter ineluctable como lo demuestran las variaciones de lugar y de naturaleza que ha sufrido en el tiempo y en el espacio. Existen culturas que desde hace siglos no han hecho la guerra y otras que en ciertos periodos lo han hecho con frecuencia y luego han vivido en paz durante mucho tiempo.
  2. Científicamente es incorrecto decir que la guerra o cualquier otra forma de comportamiento violento está genéticamente programada en la naturaleza humana. Aunque los genes están implicados a todos los niveles de funcionamiento del sistema nervioso, son la base de un potencial de desarrollo que sólo se realiza en el marco del entorno social y ecológico. Aunque indiscutiblemente varía la predisposición de los individuos a sufrir la huella de su experiencia, no obstante, sus personalidades son determinadas por la interacción entre su dotación genética y las condiciones de su educación. Con excepción de algunos raros estados patológicos, los genes no producen individuos necesariamente predispuestos a la violencia. Pero el caso contrario también es cierto. Aunque los genes estén implicados en nuestro comportamiento, ellos solos no pueden determinarlo totalmente.
  3. Científicamente es incorrecto decir que a lo largo de la evolución humana se haya operado una selección en favor del comportamiento agresivo sobre otros tipos. En todas las especies bien estudiadas, la capacidad para cooperar y cumplir funciones sociales adaptadas a la estructura de un grupo determina la posición social de sus miembros. El fenómeno de “dominación” implica lazos sociales y filiaciones; no resulta sólo de la posesión y la utilización de una fuerza física superior, aunque pone en juego comportamientos agresivos. Cuando, por la selección genética, se ha creado artificialmente tales comportamientos en los animales, se ha constatado la aparición rápida de individuos no hiperagresivos; esto permite pensar que en condiciones naturales la presión en favor de la agresividad no había alcanzado naturalmente su nivel máximo. Cuando tales animales hiperagresivos están presentes en un grupo, o destruyen la estructura social, o son eliminados de ella. La violencia no se inscribe ni en nuestra herencia evolutiva ni en nuestros genes.
  4. Científicamente incorrecto decir que los humanos tienen un “cerebro violento”; aunque nuestro aparato neurológico nos permite actuar con violencia, no se activa de manera automática por estímulos internos o externos. Como en los primates superiores y contrariamente a los demás animales, las funciones superiores neurológicas filtran los estímulos antes de responder. Nuestros comportamientos están modelados por nuestros tipos de condicionamiento y nuestros modos de socialización, no hay nada en la fisiología neurológica que nos obligue a reaccionar violentamente. 
  5. Científicamente incorrecto decir que la guerra es un fenómeno instintivo o que responde a un único móvil. El surgimiento de la guerra moderna es el punto final de un recorrido que, comenzando por factores emocionales, a veces cualidades instintivas, ha desembocado en estos factores cognoscitivos. La guerra moderna pone en juego la utilización institucionalizada de una parte de las características personales tales como la obediencia ciega o el idealismo, y por otra aptitudes sociales tales como el lenguaje; finalmente implica planteamientos racionales tales como la evaluación de los costes, la planificación y el tratamiento de la información. Las tecnologías de la guerra moderna han acentuado considerablemente el fenómeno de la violencia, sea a nivel de la formación de los combatientes o en la preparación psicológica a la guerra de la población. Debido a esta aplicación, se tiende a confundir las causas y las consecuencias. 

Con todo esto, ahora podemos tener una noción más clara de lo que es la y no es la violencia. 

La mejor forma para poder enfrentarla, es mediante la formación de una cultura de la paz, con una guía en la ciencia y la ética.






[1] Wernicke, C. G. Manifiesto de Sevilla sobre la Violencia. Recuperado a partir de http://fundacionholismo.org.ar/links/manifiestosevilla.pdf

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